Como mi padre, entre otras cosas, hacía de electricista, yo de joven lo acompañaba.






Los trabajos fueron evolucionando, desde bobinar motores a cambios de tensión de bobinado, pasando por el montaje de transformadores por cambio de voltaje.






Y después de 50 años dedicados al mundo de la electricidad, seguimos apostando por el trato directo y el servicio de calidad tanto a empresas como a particulares.






Pere Samsó, Fundador Electricitat Samsó.

Electricitat Samsó celebra el seu 50è aniversari


A los de mi generación, cuando acababan los estudios en la escuela del pueblo a pocos se les preguntaba "y ahora, ¿qué quieres hacer?".

La mayoría empezaban a trabajar en el sector del cava, otros hacían de aprendices y unos cuantos pudimos estudiar para aprender un oficio fuera de la villa.

Como mi padre, entre otras cosas, hacía de electricista, yo de joven lo acompañaba. Él más que yo me orientó hacia el oficio, teniendo en cuenta que en aquel tiempo prácticamente en la villa sólo hacían de electricista en Cal Costa y el Peret de Cal Xurrio.

Es por eso que yo fui uno de los afortunados que pudo seguir estudiando y lo hice en los Salesianos de Sarrià desde 1950 hasta 1955. En aquel momento era un internado con una disciplina bastante dura. Desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche, pasábamos el día entre teórica, práctica, cultura general, religión y recreo. Aún así, tengo un buen recuerdo.

Del 1955 al 1958 trabajé en Barcelona poniendo en práctica el oficio aprendido, incorporando a mi aprendizaje las nuevas técnicas referentes a los automatismos, un tema prácticamente desconocido. En 1958 volví a Sant Sadurní y empecé a trabajar en casa bobinado motores, un trabajo que nadie más hacía en la villa. En 1960 nace Electricitat Samsó. Empezamos bobinado motores con la ayuda de un aprendiz, en Casas, que en poco tiempo aprendió el oficio y necesitó otro aprendiz.

Yo me dediqué a las instalaciones tanto domésticas como industriales, tareas bastante rutinarias y poco técnicas.

En las décadas de los 60 y 70 se generalizó la automatización y también el cambio de voltaje, lo que incrementó el trabajo para nosotros, nos permitió contratar más personal y llegar hasta los 10 trabajadores.

Los trabajos fueron evolucionando, desde bobinar motores a cambios de tensión de bobinado, pasando por el montaje de transformadores por cambio de voltaje.
Las máquinas, que hasta el momento se ponían en marcha con un interruptor de palanca, pasaban a ponerse en marcha todo pulsando un botón.

Al margen de estos nuevos campos de trabajo, comenzaron a tener presencia los gremios y aparecieron nuevos materiales que posibilitaban hacer mejor los trabajos. Esto, junto con el hecho de que tres suministros como los de acometidas de agua, gas y electricidad, que hasta el momento hacían las compañías, los pudiera hacer el instalador capacitado, nos llevó, con cuatro instaladores más, a formar la sociedad ADISA para así poder asumir todo el volumen de trabajo hasta llegar a los 28 trabajadores. Esta sociedad se mantuvo hasta el 1980 aproximadamente.

En 1963 me casé con Carmen Rosell, de Cal Fideué y me trasladé a un taller más grande, en la calle San Pedro. En ese momento se empezaban a montar armarios de distribución de media y alta potencia.

Todo iba evolucionando, las compañías eléctricas, las entidades oficiales, los gremios, los materiales, los sistemas de trabajo... y la familia también.

Tuvimos cinco hijos, dos de ellos trabajan en la empresa, Marcel y Sara. Sara se dedica a la parte administrativa y Marcel trabaja en las instalaciones eléctricas, de agua y refrigeración, tanto a nivel industrial como a nivel doméstico junto con cinco trabajadores.

Y después de 50 años dedicados al mundo de la electricidad, seguimos apostando por el trato directo y el servicio de calidad tanto a empresas como a particulares.